martes, 30 de marzo de 2010

La Viña en la Historia Humana

“Oh muchachas, dadme de beber que quiero beber hasta quedarme sin respiro. He bebido, pero quiero volver a beber. Que ardo todo anhelante, lleno de sed” (J. Milton)
Hace muchos años, cuando sobre los mares navegaban las naves de los mercaderes fenicios, el vino era considerado como uno de los más codiciados artículos de cambio y, su importancia, sólo podía compararse con la del mítico “silphium”, sustancia vegetal misteriosa que quizá pueda identificarse con el asa fétida (raíz de la Férula Foetida, de la familia de las umbelíferas) o con una sustancia resinosa extraída del laurel, a la que se añadían hierbas aromáticas para darle sabor.
Regiones enteras deben al cultivo de la vid su prosperidad y riqueza, los fenicios, no solo divulgaron el alfabeto, su comercio, también llevo a muchos lugares productos que fueron de ese modo conocidos, como el suave gusto del néctar de la uva por todo el Mediterráneo.
En Fenicia se producían muy buenos vinos en las tierras de Tiro y Sarepta y en las laderas más bajas del Líbano, pero comerciaban grandes cantidades de vino provenientes de Palestina, Siria y otros países del Asia Menor, donde el clima favorecía la viticultura.
Así desde tiempo antiquísimos, el vino, fue considerado una mercancía muy valiosa.
En nuestra cultura, tenemos un testimonio escrito de ello, en el mítico pasaje bíblico de Números, capítulo 13 se dice: “Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán… Y llegaron hasta el arroyo de Escol, y de allí cortaron un sarmiento con un racimo de uvas…”, lo que representó para los hebreos uno de los argumentos convincentes para conquistar Canaán al considerar que tenía un suelo fértil.
Según la tradición judeo-cristiana fue Noé el inventor del vino, aunque su historia establece claros paralelismos con el personaje Utnapishtim, del poema de Gilgamesh sumerio, que igualmente plantó viñas tras el gran diluvio.
Desde la tierra prometida llegaban al mercado fenicio de Tiro los vino de Engaldi, Sorek, Heléale y Eshbon, y el famosísimo caldo de Siria, que se producía en Alepp (zona de Haleb antes), de cuyos viñedos ha derivado la variedad llamada de Damasco.
Además de exportar los fenicios vino hacia Persia, dos veces al año, se dirigían a Egipto, por Menfis, recorriendo el camino litoral de Gaza y la orilla externa del delta del Nilo, después los propios vinos Egipcios serían famosos, en Egipto se distinguían seis clases de vinos, el blanco, el negro, el rojo, y el del norte, que podía ser mareótico, sebenítico o teniótico.
Los egipcios atribuían la invención del vino a su dios Osiris, padre de Horus y dios de la agricultura.
Desde Homero hasta las invasiones bárbaras
Homero en la Iliada y en la Odisea recuerda el vino Pramnio producido en Esmirna y el rojo y dulce Ismaro de Tracia, otros vinos célebres griegos eran el sición, el mende y el schión, procendentes de Corinto y de la península de Palene. Los griegos demostraron mucho interés por la viticultura y la enología y tenían en gran consideración a los catadores, parece que nadie igualaba a los griegos en la capacidad de considerar la sutiliza de un vino, y ello, a pesar de mezclar el vino con “agua del mar”, famosos se hicieron sus vinos de Tarsio, Lesbos, Lemno, Chipre, Rodas, Creta, Icaria, Cos y los de sus colonias de Sicilia y Magna Grecia.
En Atenas se designaban inspectores, o “enopti” para poner multas a los que durante un banquete sirvieran vino puro, sin mezclar con agua.
Para el pueblo griego el inventor del vino fue el misterioso dios Dionisios, hijo de Zeus y Semele. (Vasija griega del año 534 a.C. en la que aparece Dionisio, dios del vino, un barco convirtiéndose su mastil en viña y el origen de los delfines).
Cuando Italia se llamaba Enotria, “tierra del vino”
Su nombre demuestra la importancia que tuvo para esta tierra la producción y el comercio vinícola, en griego antiguo “enotrios” era la estaca que se usa para sostener la vid. El producto de las viñas en Italia se impuso tanto que Catón, en el año 200 a. de C. pudo alabar distintas clases de vinos: ammineo, maius, minusculum, entre otros.
Los antepasados de los vinos italianos
Desde el año 121 a. de C. comenzó el período áureo del comercio del vino en la Italia antigua, durante el que se registra la afirmación gradual del producto romano en desventaja del griego. Se hicieron así famosísimos los mejores vino itálicos, de los que descienden casi todo los tipos que se beben hoy día en Italia, pero cuyos nombres originales se han perdido a través de los siglos. Para los romanos el dios del vino fue Baco, que se corresponde con el Dionisio griego.
Algunos vinos fueron: el “cecubo”, hoy día perdido por alguna enfermedad criptogámica, el “falerno”, consumido por la burguesía, el “retico”, preferido del emperador Augusto y el “pompeiano”, típico vino plebeyo.

1 comentario:

  1. Hola soy Rafa Bernabé de Bodegas Bernabé Navarro en Alicante, me gustaria saber de donde son las ilustraciones de este bonito post sobre todo la del racimo de uva y el barco, te lo agradeceria enormemente
    Rafa

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