domingo, 11 de abril de 2010

TCHAN VU CANN P'IENN


“No te detengas ante el sonido de palabras que no conoces, como tampoco temas a la oscuridad del destino: en cualquiera de los dos casos se pueden conseguir infinitas y desconocidas satisfacciones” (Anónimo Chino del siglo XVI) El bonito nombre de la receta china pierde su encanto cuando lo traducimos a nuestra lengua, quedaría más o menos como: buñuelos de pétalos de magnolia, muy parecidos a las recetas de buñuelos que se utilizan en nuestro país en distintas fiestas, como en Valencia en las fallas, con sus riquísimos buñuelos de calabaza, pero con un relleno de perfumados y carnosos pétalos de magnolia.
En la antigua China era uno de los platos fuertes del menú de los grandes señores feudales, pero aún hoy, a la hora del té, las familias más tradicionales y pudientes no dejan de preparar una bandeja de crujientes “tchan vu cann p’ienn”.
Para la receta se necesitan flores de magnolia que no estén demasiado abiertas y se han de coger por la mañana muy temprano, cuando aún tienen el frescor del rocío, se han de lavar delicadamente los pétalos divididos para evitar que ser rompan.

LA RECETA: Preparamos una pasta fluida con harina, azúcar y albúmina de huevo. Se añade una cucharada de harina a la albúmina de huevo y a ello se une una cucharada de azúcar, si la pasta está fluida, con textura cremosa, no es necesario recurrir a nada más, si está demasiado líquida, añadimos algo más de harina, si estuviera demasiado densa, añadimos algo de leche.
Un toque de sal rosa contribuye a hacer la base perfecta.
Una vez tenemos la masa preparada, empapamos los pétalos de magnolia y los freímos inmediatamente en una sartén con aceite que los cubra hirviendo, en muy poco tiempo, los buñuelos toman un bonito color dorado y están crujientes.
Los pasamos a una bandeja con papel absorbente para evitar el exceso de grasa y que tengan más ligereza. Después de unos minutos, calientes aún, se espolvorean con azúcar perfumado con canela o vainilla, según gustos.
Se sirven aún calientes, acompañando una aromática taza de té verde, o una copita de aguardiente si lo adaptamos a nuestro gusto más occidental.

2 comentarios:

  1. Siempre me han gustado el magnolio y su flor. Con sus hojas secas, hacíamos en el parque veleros que bajaban hacia el estanque.

    No tenía ni idea de que las flores fueran comestibles. Aún hay algunas comenzando a abrirse.

    ¿Dónde encuentras sal rosa, Carlota?

    “No te detengas ante el sonido de palabras que no conoces, como tampoco temas a la oscuridad del destino: en cualquiera de los dos casos se pueden conseguir infinitas y desconocidas satisfacciones” (Anónimo Chino del siglo XVI)

    Gracias...

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  2. Ya ha encontrado la sal rosa, Carlota. No ha sido difícil. Desgraciadamente, ahora me faltan las magnolias. El año que viene, tal vez.

    Buen fin de semana.

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