miércoles, 19 de mayo de 2010

Una receta de Alejandro Dumas hijo

“Desde hace pocos días sopla el viento del Oeste, pero la primera hoja ya se levanta sobre la rama; por las secas callejuelas camino con zapatos ligeros; con el primer frío me he puesto la capa acolchada” (“Las Cigüeñas” de “Líricas Chinas”).
Estamos en una estación muy romántica, apetece dar largos paseos, pensar una y otra vez en la persona que nos cautiva, o dejar que los pensamientos vagen, durante el largo día, lleno de luz y energía, como pompas de jabón, surgiendo y desapareciendo, en nuestra mente, es tiempo de creatividad.
En los suaves atardeceres recuperamos tiempo, que el largo invierno había disimulado, con su fría y su larga noche, tal vez entonces, podemos retomar la lectura de algún bello libro, una opción es elegir un libro “de los de antes”, una novela clásica, como las películas en blanco y negro, que tan bien llevan el paso del tiempo.
Entonces ¿por qué no elegir una novela de un escritor como Dumas hijo?, yo recomiendo “Francillon”, real, humana y profunda.

Una ensalada con sabor del Japón
En la novela de Dumas se habla de una extraordinaria ensalada que en aquellos tiempos se podía probar en París sólo en el exclusivo y carísimo restaurante “Brebant”, frecuentado por los personajes más curiosos y ricos de aquellos momentos. Entre los platos que este célebre restaurante ofrecía se encontraba una peculiar “ensalada de crisantemos”.

LA RECETA: Se hierven ½ kilo de patatas y se pelan cuando aún están templadas, se cortan en pedacitos y se condimentan con aceite, sal, pimienta y vino blanco seco. Añadimos dos ramitas de apio cortado en dados muy pequeños y, si fuera posible, una hojas de dragón, muy picada.
Tomamos dos grandes flores de crisantemo de corla esférica de color blanco, amarillo o rosado, aunque los de sabor más delicado son los blancos, y deshojamos delicadamente todos los pétalos, se ponen en agua hirviendo durante 1 minuto y sacan y escurren. Después muy escurridos se aliñan con aceite, el zumo de ½ limón y pimienta recién molida.
Finalmente disponemos las patatas en una fuente y completamos con los pétalos en forma de cúpula, en el centro se coloca una pequeña flor de crisantemo de color lila, o amarillo, y está lista para transportarnos a un Paris clamoroso y permitirnos durante un ratito ensoñar su ambiente pasado.
Nota: Para cocinar flores hay que tener en cuenta los consejos que aparecen en la entrada “las flores en la cocina”.

2 comentarios:

  1. Pues es una receta muy original por el colorido que debe tener, ahora, el sabor ya no me lo imagino..tu la has probado? a qué saben las flores?

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  2. Eva, son crujientes como lechuga, y tienen un pelin de sabor dulzón, pero lo mejor es la cara que ponen todos cuando ven la ensalada, Besitos.

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