viernes, 4 de marzo de 2011

TIEMPO DE CARNAVAL

« Siam le belle mascherine tutte allegre e profumate, siamo vispe e birichine misteriose come fate. Noi sappiam chi siete voi che ridendo ci guardate. Ma dite un po? chi siamo noi?

Oh, giammai lo indovinate! Siam le belle mascherine che vi portano allegria, che mai nulla fan di male... Viva viva il carnavale!”

(Poema popular italiano que más o menos alaba con estas palabras el carnaval: Tenemos máscaras hermosas y alegres, fragantes y misteriosas, como de hadas traviesas. No sabrán quienes somos y reiremos, ¿nos preguntarán? ¿qué diremos? Oh, supongo que no contestaremos, seremos bellas máscaras que traen alegría y ninguna mala noticia. Viva, viva el carnaval!)


Los carnavales son un estallido de libertad contenida, si somos comedidos y correctos, cuando llega el carnaval podemos tener otra cara y convertirnos, por unos momentos, en otra persona, algo que puede ser atractivo para muchos, dejar de ser uno mismo y como tal juzgado por los que nos importan, y durante un tiempo, poder transgredir, poder comportarnos de forma diferente, es tal vez lo que deben sentir los artistas que viven, al interpretar, la ilusión de vidas diferentes a las suyas entrando, con sus personajes, en otros ambientes posibles y personalidades.

(A la derecha el cuadro "La juventud de Baco" pintura orgiástica de William-Adolphe Bouguereau)


Por ello, a estas fiestas, les sigue un periodo de reflexión y tristeza; en la cultura cristiana, al carnaval le sucede la cuaresma con la Semana Santa y el recogimiento que conlleva.

Después de la tempestad y el grito, la calma y el silencio.


Los carnavales tienen una celebración variable, desde finales de enero a principios de marzo, según los años, su origen es muy antiguo, puede estar, en parte, en las fiestas dionisiacas griegas “Anthesteria”, o en las Saturnalia romanas, en ambas se trataba de ser subversivos con las normas sociales y entregarse a bromas y en cierta medida al libertinaje, en el fondo parece una representación del antiguo y primigenio caos frente al orden del que nace el mundo en el que el hombre sustituye a las antiguas y ancestrales fuerzas de los abismos.

Así hay semejanza con las leyendas sumerias de Tiamat y Marduk, o las fiestas en honor a Isis egipcias en las que la gente se enmascarba, o el Samhain celta, que relaciona la muerte con la vida.

La fiesta regresa al mito del eterno retorno que plantea una repetición del mundo, y también la dualidad que subyace en él, en el que, a veces, lo que está arriba debe estar abajo y al revés, y en la que se deben transgredir las posiciones, vida-muerte, ricos-pobres, castidad-orgía.

Mircea Eliade escribe en “El mito del eterno retorno”: “Cada Año Nuevo es un tiempo de recuperación del principio, que es una repetición de la cosmogonía. Las peleas rituales entre dos grupos de figuras, la presencia de los muertos, las saturnales y las orgías son elementos que indican el final del año y …. la transición del caos a la Cosmogonía”.(A la derecha serpiente símbolo de la vida cíclica "uróbolos")


La palabra carnaval, aparece por primera vez en el siglo XIII en un verso de Giovanni Sercambi, y deriva de la latina “carnem levare” (eliminar la carne) haciendo alusión al periodo de abstinencia y ayuno, que por prescripción eclesiástica, en el mundo cristiano se tenía en tiempo de cuaresma.

Los principales personajes de los carnavales italianos son el arlequelín y el polichinela, el primero, es un personaje inteligente, pero vago e intenta engañar a sus amos, viste un traje de parches multicolores, ya que, según la tradición, su madre, siendo muy pobre no podía disfrazarlo y cosió distintos trocitos de retales para hacerle el traje de carnaval.

El otro personaje, polichinela, viste de blanco con un antifaz negro y tiene una gran nariz y joroba, es parlanchín, insolente y perezoso, solo le interesa comer y beber.


Chiacchere

Es normal que en carnaval se excedieran en la comida también, por eso, hay una gran costumbre gastronómica carnavalera de dulces para esta época, en concreto en Italia están las chiacchere o bugie, dulces de masa frita azucarada, parecidos a nuestros pestiños.

LA RECETA: Es muy antigua (desde el año 496 aC), los romanos preparaban y freían estos pasteles, llamados por ellos “Frictilia” en manteca de cerdo, durante la celebración de las fiestas “Liberalia” en honor de Baco (Dionisio, en Grecia).

Ingredientes: 2 huevos, 50 gramos de mantequilla reblandecida, ½ kilo de harina de repostería, unas gotas de aroma de vainilla, 90 gramos de azúcar, azúcar glass para espolvorear, 4 cucharadas de vino blanco espumoso o Brandy, una pizca de sal, 1 sobre de levadura y 1 vaso y ½ de aceite de oliva para freír.

Preparación:

Mezclar la levadura y la harina e incorporar la mantequilla y los huevos, poner el azúcar, la esencia de vainilla, la sal y el vino, trabajar la masa y extenderla muy fina, cortar finas tiras y freír en aceite caliente, después espolvorear de azúcar lustre. Alternativamente pueden cocerse las tiras en el horno, a mitad de la cocción se pintan con leche.

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