viernes, 7 de marzo de 2014

EL HOMBRE QUE TRENZABA ESPARTO













Había una vez un hombre que vivía de trenzar esparto y un día…., este es el comienzo de la verdadera historia de Alfonso, el artesano, que se gana la vida tejiendo el esparto que recoge en “La Molineta” y transforma en canastos y otras obras de arte.


Día tras día su contacto con la Naturaleza es total, se levanta en su cueva temprano y recoge el esparto con el que trabajará y se ganará el pan de ese día, como los pájaros, vive la inmediatez de solucionar el hambre y el frío siempre “en el ahora”.


Mientras teje, extiende sus obras en el poyete del Paseo Marítimo o en una estatua de La Rambla, y ve como el atardecer llega indicando la hora de recoger, dice que tiene pocos clientes, pero buenos, y sonríe juvenil.


Sus manos y dedos están adaptados al trabajo continúo y se deforman aplanados de aplastar el material, recuerda como su padre le enseñó el oficio y orgulloso mantiene que nadie más sabe hacer los nudos que aseguran la calidad y belleza de sus obras.


Cuando miro los cestos que tengo en casa hechos por él pienso en la generosa planta que se trasforma en utensilios y el hombre que fragmento a fragmento, un día de lluvia o un día soleado, despacio y con cuidadoso cariño y pericia la realizó.



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