sábado, 11 de diciembre de 2010

UN PRADO AUTÉNTICO PARA EL PESEBRE


“La ovejita de yeso sobre la colina de cartón pide humildemente permiso a los Reyes Magos en adoración” (G. Gozzano – “Navidad”)

De un tiempo a esta parte, animados, quizá por los comerciantes, somos muy propensos a celebrar nuevas fiestas importadas de otros países y tradiciones, como la cada vez más introducida Halloween o Noche de Brujas, pero ¿qué pasa con nuestras propias tradiciones como poner el Belén?, no deberíamos renunciar fácilmente a costumbres arraigadas porque conservarlas nos da una unión como pueblo y nos conecta con la infancia, poner el Belén es aún uno de los recuerdos nítidos de la Navidad que muchos de nosotros conservamos, añadir cada año una nueva figura, inventar nuevas formas de hacer que algo pareciera realmente agua, enseñar nuestras “pequeñas obras” satisfechos a nuestros amigos.

Parece que fue ayer, pero representar el pesebre es algo que se viene haciendo desde hace siete siglos, uno de los primeros pesebres fue el realizado por San Francisco de Asís en una gruta para celebrar la Navidad con sus frailes, luego vinieron los célebres pesebres napolitanos, el primer pesebre en Nápoles es mencionado en un documento de la iglesia de Santa María del pesebre en 1025, son obras de arte con autómatas e ingenios, también se hicieron preciosos pesebres en piedras preciosas y otros materiales nobles, y no menos bonitas otras representaciones más modestas talladas en miniaturas realizadas hasta en una nuez. (Arriba figurita de pastor y pesebre napolitano)

Cuando yo era pequeña esperaba con ilusión que mi padre me llevara en recorrido por todos los belenes más representativos de la ciudad, disfrutaba comparando cada uno de ellos e intentando imitar en casa alguna cosa que me hubiera sorprendido, recuerdo como algo muy curioso que una vez me llevo a ver un Belén humano que me pareció increíble.

Junto a piezas de excepción quedaba un interminable desfile de ingenuas chozas de paja, de papel, de cartón.

Para todos los que aún guardan nostalgia y quieran recuperar la ilusión de hacer un Belén excepcional hay un modo sencillo de obtener un hermoso tapiz verde, hecho de hierba real.

Ovejitas en el prado

Cuando hacemos el Belén hay que tener presente que el paisaje debe tener parecido con la realidad, poner los corderitos no esparcidos sino juntos al lado del pastor y el perro guardián como sucede en la realidad y no esparcidos, y sobre un lecho de hierba verde, lo que dará vivacidad a toda la representación.

Esta capa puede cubrir toda la extensión del Belén o solo una parte, depende de la paciencia y el tiempo de que dispongamos y del espacio que podamos ocupar.

Hierba de verdad

Necesitamos disponer de pequeñas fuentes de plástico o de hojalata que no sean más alta de 2 centímetros, el fondo de la fuente lo cubrimos con una capa de algodón en rama o algodón hidrófilo de una altura igual al borde de la fuente, luego, sobre la superficie algodonosa se esparcen, a elección, semillas de las siguientes especies:

Berro: esta es la más adecuada porque vive habitualmente en el agua.

Mijo: sirve para que el prado sea ligero, de color verde claro.

Trigo o Arroz: dan una hierba de color verde vivo.

Lentejas: producen una vegetación con hojitas ligeramente carnosas.

Las semillas deben cubrir toda la superficie de forma espesa, pero con una sola capa.

Terminada la siembra, debe rociarse el algodón con un vaporizador, de forma que esté bastante empapado en agua. La fuente se coloca en un sitio luminoso y con un ambiente cálido, cada día debemos irrigarla para mantenerla húmeda y, en general, en unos pocos días se cubrirá de una suave pelusa verde.

Cuando el tapiz de hierba se ha formado debe procederse a la preparación del pesebre, sin dejar de tener húmeda cada día la hierba, que puede durar algo más de una semana antes de empezar a tomar un tono amarillento, por lo que no es mala idea preparar un prado de reserva para el resto del tiempo.

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