miércoles, 13 de julio de 2011

JARDINES DEL OCÉANO


“Un marino situado en medio del mar, dice Maury, experimenta al contemplar su superficie sentimientos análogos a los del astrónomo cuando observa los astros e interroga de noche las profundidades de los cielos”

La vegetación más exuberante de los países tropicales no puede competir en riqueza de formas, en belleza y gracia, con los magníficos jardines del Océano, compuestos casi exclusivamente de animales, aunque en las zonas templadas, el desarrollo extraordinario de la vegetación es uno de los caracteres típicos del lecho del mar, el profesor y viajero alemán, Matthias Jakob Schleiden (imagen a la izquierda), ha publicado en su obra “La Planta y la Vida” una bella descripción:

“Si procuramos penetrar con la mirada en el líquido cristal del Océano Indico, vemos realizadas en él las más maravillosas apariciones de los cuentos de hadas de nuestra niñez. En aquel ámbito líquido y misterioso se descubren a cada paso las cosas más extrañas e inesperadas. Ora son matorrales cuajados de vivientes flores; ora meandrinas y astreas, cuyas espesas masas contrastan con las explanarias, que abren su cálices a modos de copas; o bien madréporas de complicadas ramificaciones y largos troncos que parecen lanzar al espacio sus mil brazos. Por todas partes brillan los más vistosos colores: los verdes de todos los matices alternan con el amarillo y el pardo, de transparencia sin igual; el púrpura que pasa por la gama de todos los tonos y el rojo vivísimo compiten en armoniosa belleza con el azul celeste u oscuro. (…) Semejantes a gigantescas flores de cactus y brillando con los más esplendidos colores, las anémonas marinas adornan orgullosas las anfractuosidades de las rocas con sus coronas de tentáculos, o, más modestas se extienden por el fondo, esmaltándolo como una alfombra de pintados ranúnculos. Y alrededor de los matorrales de coral juguetean los colibríes del Océano, brillantes pececillos, que ostentando los cambiantes de un encarnado o azul metálicos, o un verde dorado con reflejos plateados deslumbradores, contribuyen a amenizar aquellas no exploradas regiones.

Ligeras como el espíritu de los abismos líquidos, las frágiles campanillas blancas y azuladas de las fisalias flotan en los espacios de este mundo encantado”.

(Del libro “Los Misterios del Mar”)

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