“La margarita y la estrella, - cada flor y cada punta – el jazmín de una pregunta o de una amante querella… - Van los ojos o las manos – descubriendo los arcanos.
¿Si, no…? – La estrella, la flor, - se van juntas deshojando:
¡Qué en tu boca está soñando – mi margarita de amor!...
(Juan Manuel Naveros Burgos, “Poma”)
Aunque la razón y la ciencia nos alejan de la magia, qué agradable y divertido es, a veces, servirse de ella, cuando sabes algo, que las señales te confirmen en tu creencia y cuando dudas, que te den confianza o algún rito para conseguir o recuperar lo anhelado. Siempre hemos sentido ese deseo arcano de acudir a un oráculo que nos desvele lo oculto, quizá el menos peligroso y más accesible sea el oráculo floral.
En algún momento romántico muchos hemos deshojado una margarita sin atribuirle poder al resultado, pero como algo primitivo que ha continuado en las tradiciones sabemos que hubo relación entre los pétalos y el amor, el perfume y la flor.
La noche es el momento oportuno
En ella se esconden las respuestas del amor, la magia es más fácil de creer entre sus tinieblas, si queremos saber la respuesta mágica a esas permanentes preguntas entre enamorados ¿me quiere? ¿me es fiel? Podemos acudir a un sencillo rito o tradición, hay que esperar a la noche de un viernes y, antes de acostarnos, fijar una hoja de laurel con un alfiler en la pared donde reposa la cama (no debe clavarse demasiado), la punta de la hoja debe mirar hacia arriba.
Una vez preparado el oráculo floral nos vamos a dormir, al amanecer si la hoja ha permanecido derecha “todo marcha a las mil maravillas”, si se ha inclinado a la izquierda debemos vigilar y cuidar más nuestra relación para que no caiga en la rutina y el desánimo, pero si se ha inclinado a la derecha esa persona siente una gran pasión por nosotros quizá dormida y solo espera que la despertemos.
Una costumbre arcana
Mientras estamos en la quietud del sueño podemos desvelar según la tradición incógnitas mayores como saber quién será nuestro compañero o compañera en la vida, para dilucidar ese enigma solo tenemos que esperar a la noche anterior a San Valentín, el día 13 de febrero y coser
en la almohada 5 hojas de laurel, una en cada lado de la almohada y la quinta en el centro, luego damos la vuelta y a la almohada y dormimos placidamente, a la mañana siguiente podemos estar seguros de que la persona que será nuestra pareja ha aparecido en nuestros sueños.
Margaritas, Rosas, las flores contestan…
No solo los pétalos de una margarita pueden responder a los enamorados, también según antiguos ritos las rosas y los cardos borriqueros pueden hacerlo, si bien hay que preguntar en una determinada época del año, antes de San Juan, la noche atribuida a las hadas y los magos.
Tras la puesta de sol, la persona que desea conocer su suerte en el amor debe caminar por un jardín y como la mujer de Lot, sin volver la vista atrás, tomar una rosa de un rosal. La rosa se envolverá en papel vitela y no debe abrirse de nuevo hasta la noche del 23 de diciembre víspera de Navidad, entonces, se quita el papel y si la corola está intacta, el día de Navidad se la podrá sobre el pecho o en el ojal, el primer joven o la primera joven que pregunten por la rosa y la toquen serán sin duda el novio o novia del dueño de la flor.
También en la noche de San Juan, a las 12 exactamente, si recogemos una rosa y la ponemos en un vaso sin agua sobre el alféizar de nuestra ventana, a las cinco de la mañana debemos observarla, si aún conserva su frescura podemos estar seguros del amor que nos profesan, si está ajada es mejor estar avisados del peligro que nuestra relación corre, quizá para trabajar en ella y poder salvarla o para dejar el agua correr.
La misma noche de San Juan, mágica para el amor, podemos recoger 3 o más cardos borriqueros, según nuestras necesidades, cada uno se enterrará, cabeza abajo, poniendo imaginariamente el nombre de un admirador o admiradora, o de alguien que nos interese, a la mañana siguiente, muy temprano los desenterramos, el que no se haya marchitado será el que de verdad corresponderá a nuestro amor con igual sensibilidad y entrega, los arrugados mejor ni intentarlo con ellos o ellas, porque no sintonizarían con nosotros.
Un ameno manual de ceremoniales adivinatorios, me ha entretenido mucho leerlo y a la vez me he divertido.
ResponderEliminarBsos
Muchos Besos Baruk, mi padre decía que aunque no fuera cierto era bonito creerlo.
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