domingo, 18 de abril de 2010

Cuando se honraba a las plantas con himnos y oraciones


“…encina legendaria, entre las crestas montañosas, allí donde las florests se hacen más oscuras y opacas, donde resplandecen las espectrales orquídeas”. (Vladimir Nabolkov, “Versos escritos en Oregón”)

En tiempos pasados las plantas, además de tener simbolismos que las relacionaban con temas sagrados, y con divinidades, asumían el papel protagonista y se les tributaban honores y oraciones, sucedía hace miles de años, sobre todo en Oriente, o al menos de aquellas tierras nos ha quedado mayor constancia, porque también parece que hubo ritos basados en adoración de plantas entre los Celtas y toda su mitología se hunde en un mundo de simbolismos con ellas.
En Oriente, la religión tenía referencias de tipo naturalista y las fuerzas de la Naturaleza estaban consideradas como expresiones de los poderes sobrenaturales, ello se confirma en escritos y pinturas de origen muy antiguo, como la recopilación de textos de “Atharvaveda”, éste libro sagrado, considerado el más antiguo texto de la religión de los vedas, recoge 731 himnos, entre los que se encuentra uno a las plantas.

Himno a las Plantas
“A todas invocamos: las oscuras, las blancas, las rojas y las manchadas, y las plantas de colores oscuros y también las negras.
Que puedan salvar al hombre de sus enfermedades; ellas, mandadas por los dioses, ellas, de las que el Cielo es padre, la Tierra madre, el Océano la raíz: ¡las plantas!
Las espesuras, las plantas que trepan, yo las invoco; ellas resplandecen y se dividen en grupos, se abren en ramas. Yo invoco las plantas que se elevan sobre todos los dioses, yo invoco a las poderosas que hacen vivir a los hombres.
Hijas del agua, crecen fortaleciéndonos; fieles de los mil nombre, que nos sean saludables. ¡Oh Plantas, permaneced con nosotros!
Liberadoras que alejáis el mal de Varuna, poderosas que destruís el veneno, que aniquiláis la muerte y neutralizáis los sortilegios, venid aquí, oh Plantas.
Miel es la raíz, miel la punta, miel el centro, miel la hoja, miel la flor. Para quien come, ellas son alimento de piel y de ambrosia: dejaos exprimir y derramad vuestro suavísimo néctar y todos vuestros dones nutritivos.
Todas vosotras, Plantas de las mil hojas, mientras vivimos sobre la Tierra, salvadnos de la muerte y de la angustia.
Plantas que crecéis sobre las montañas o en las llanuras, oh vosotras, propicias, sed saludables a mi corazón.
Nosotros os amamos, Plantas conocidas o desconocidas, las que nos son familiares y aquellas de las que nada sabemos.
Yo os llamo a todas en socorro del hombre: las conocidas por las águilas y los halcones celestes, las conocidas por los hombres y por los flamencos, las amadas por los animales del bosque o por las aves, yo las llamo en socorro del hombre.
Todas las plantas que viven en los pastos de los bueyes y de las vacas donde se nutren cabras y ovejas, pueden darnos protección y por tanto, os ruego, brotad aquí, en nuestro huerto.
Todas aquellas en las que los hombres expertos en el arte de curar encuentran un remedio, todas estas panaceas, yo las invoco y te las llevo a ti, que las necesitas.
Las que se abren en flores y espitas, las que llevan frutos y las que no los tienen, todas las que se dejan exprimir como madres para la salud del hombre que sufre, yo te las doy como una bendición divina”.

El canto a la ecología
¿Qué se puede añadir a tan bello elogio de las plantas? Se lee en silencio y se asimila su verdad, y surge un gran agradecimiento interno por ellas, a menudo tan olvidadas en nuestra vida urbana.
Respetar la naturaleza parece algo consustancias al hombre, pero vemos como se ciernen amenazas constantemente contra ella, y como no es una prioridad para los que nos gobiernan.
¿Es posible alejarse tanto de nuestros instintos de supervivencia, que sin duda han de pasar por el respeto y la conservación de nuestra hermosa diversidad natural?
En los textos sagrados indios de medicina mágica se lee un curioso himno a la “somavalli”, es decir, a la “Asclepia Ácida” de la que se extrae la soma, que es un licor usado durante los sacrificios y las ceremonias religiosas más importantes, es muy bello, prueba de ello es este pequeño extracto: “Cuando las Plantas descendieron del cielo dijeron: Todo hombre que crea en la vida será curado por nosotras de todo mal.
Oh Somavalli, más preciosa entre las Plantas que los centerares de especies, tú eres la mejor de todas, siempre pronta a los deseos, siempre dulce al corazón.
Plantas henchidas de soma, vosotras que estáis diseminadas sobre la faz del globo, deponed todas vuestras virtudes en esta pequeña y humilde platna que yo cultivo.
Vosotras que escucháis mi palabra y vosotras, las Plantas lejanas, corred todas y dejad todo vuestro poder en esta plantita medicinal de la que espero un gran beneficio.
Las Plantas hablan así a su Reina, la Somavalli: “Cuando un brahamín (el sacerdote) tiene necesidad de nosotras, oh reina, nosotras lo sabemos”.
Oh Somavlli, tú eres la reina inconstestada y los árboles están todos sometidos a tu autoridad: que ellos estén todos sometidos a la nuestra”.
La princesa zarzaparrilla
Si la veneración a las plantas nos asombran y nos hacen reflexionar, nos resultará interesante saber que los egipcios, 3000 años de J.C., habían erigido un templo en honor de la cebolla albarrana, la pequeña planta bulbosa se adoraba como a una diosa bajoel nombre de “Krommuon”.
En Túnez, entre las tribus nómadas, se le dan honores al a “Smilax aspera” o Zarzaparrilla, una beneficiosa planta medicinal que se llama “Mobrouka” y se califica de “princesa hija del príncipe”. Cuando un huésped entra en una tienda beduina llevando un ramo de estas plantas se oyen gritos de alegría y se le tributan grandes honores al que la porta.
Solo queda después de este resumen reflexionar sobre la importancia que de siempre se ha atribuido a la plantas con un reverencial respeto, que parece no ser compartido por todos en los tiempos que corren, pero que anima a unirse a todos aquellos que luchan por un mundo más ecológico.

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