martes, 18 de mayo de 2010

YO TE AMO Y TE HABLO ASÍ

“Para que tú me escuches mis palabras, a veces, se reducen como las huellas de las gaviotas sobre la playa… Haré con todas un collar infinito para tus manos blancas, dulces como la uva”. (Pablo Neruda: “Para que tú me oigas”)
En todos los tiempos se ha escrito sobre el amor, los enamorados escriben sus pensamientos y esperanzas, y sus mensajes se confunden de un extremo a otro de la tierra, porque el lenguaje del amor es universal.
En chino, en inglés, en italiano, francés, castellano, ¿qué más da? Una Babel de palabras, un amor nace y otros amores acaban.
Pero, ¿donde va el amor? como decía el poeta, ¿habrá polvo enamorado?, preguntas con mil respuestas según quién las escuche y como le haya ido en el amor, pero, cuándo se ama ¿cómo lograr hacer llegar nuestro mensaje a la persona escogida por nuestra mente y corazón?
Un correo postal celeste
Hay que encontrar un medio para poder comunicarse con la persona amada, a ser posible romántico, un lenguaje particular que solo él o ella entienda y que no necesite sellos para ser recibido, con un poco de fantasía las flores y las plantas podrían tener el papel de mensajeros, llevar un “te amo” o “pienso en ti”.
En tiempo de cerezos
En los países del Sol Naciente el simbolismo florar es la base de manifestaciones cotidianas, los enamorados, han escogido un medio poético para enviar al cielo los pensamientos de amor y hacer que el dios de la alegría recoja sus preces y las dirija a las señas indicadas.
En el mes de abril, en una fecha que varía según los años y la marcha de la estación, cuando las plantas comienzan a florecer surgen las flores rosas y blancas en los hermosos cerezos que han carecido de ellas todo el invierno, Son los cerezos que saludan a la vuelta del buen tiempo, se preparan para la gran fiesta de primavera o “fiesta de los cerezos” que tiene lugar el día en que comienza la floración de sus flores, se acude a los Templos a ofrecer ramos de flores a los dioses, y se consumen dulces a base de confituras de rosas, de pétalos de crisantemos y de violetas en forma de caramelo.
Cuando llega la puesta del sol, parte de la gente, abandona los jardines, pero bajo los cerezos, quedan los enamorados, los correspondidos y los que no lo son, primero rezan y luego cuelgan de las ramas de los cerezos cinta de seda roja, verde, amarilla o azul, según los deseos o el significado que quieren atribuir al “mensaje”.
Después, se van, mirando las primeras estrellas y pidiendo a los dioses de la primavera que intercedan para que sus deseos se cumplan y dejen de ser sueños.
Durante la noche el viento llevará, junto con los pétalos de las flores de cerezo que arranque, los mensajes que estaban en el árbol.
Una cruz hecha de flores y de llamas
Poesía y esperanza entre cerezos, en el antiguo rito que se celebra en ese lejano país, pero, también en los Andes peruanos cuando el joven hijo del cacique se enamora, pide al dios Sol que convenza a la joven mujer para que acepte su amor, lo primero que hace para demostrar su valor como acto de conquista es capturar vivo un cóndor, una vez conseguido, lo enfrenta a un toro, símbolo de que los españoles invadieron su territorio, se inicia una pelea que requiere que el cóndor salga victorioso, en premio a su victoria es liberado, si bien, en una de sus garras, se ponen cintas de colores que simbolizan los pensamientos de amor del novio. Mientras el cóndor vuela en espirales en busca de su nido, los indios recitan la oración de ofrenda al dios Sol y queman plantas aromáticas sobre las que levantan una cruz cubierta de corolas rojas y naranjas de hemerocallis (H. Aurantiaca). Se cree que la boda será feliz si la cruz de flores llega a ser quemada por las llamas en el momento en que el sol se esconda detrás de las laderas del Monte Sagrado.
En mayo
Dice la canción: “Cuando en mayo los cerezos están el flor, ¡oh, qué placer tan grande hacer el amor!”, en mayo, el mes de las rosas, del tibio sol, y de la hierba recién nacida que da un fresco perfume.
En algunas zonas, pueblecitos perdidos, se conserva la costumbre de que la noche del primero de mayo los enamorados que desean declararse oficialmente van a buscar en las arboledas o bosques cercanos una rama florida de cerezo silvestre o un codeso, y lo colocan delante de la casa de la mujer que aman bajo su ventana, poniendo en una de sus ramas una cinta con su nombre o un mensaje de amor.
A la mañana siguiente la muchacha sabrá que un joven suspira por ella a través del mensaje floral.

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