LAS FLORES EN LAS BEBIDAS

La bebida favorita de las mujeres de antaño era el licor rossoli, se consumía a menudo en Italia, sobre todo en las cortes florentinas. Su mayor encanto residía en los pétalos de rosas, que son su ingrediente clave

Desde los tiempos de Homero, de los faraones o de los emperadores chinos, se intentaron aprovechar las propiedades aromáticas o medicinales de las distintas especies florales, y no solo para cocinar, también para obtener licores, jarabes y vinos perfumados cuyas recetas se conservan hasta hoy en día.

RECETA DEL BALUSÉ

En el Yemen se bebe el “balusé”, obtenido con jugo exprimido de pétalos de rosas de mayo, añadiendo azúcar, agua y harina de trigo.

ROSATUM Y EL VIOLACEUM

Los romanos preparaban un delicado vino perfumado de rosa, llamado por eso “rosatum”, y otro vino con aroma de violeta de Para conocido como “violaceum”. El emperador Heliogábalo tenía una verdadera pasión, según cuentan, por estos dos tipos de vino.

AGUA DE ROSAS

Los árabes, hacia el año mil, exportaban a todas las zonas de Europa su famosa agua de rosas, para cosmética y alimentación, mientras que la producción persa llegaba hasta la China y el Japón.

Para hacer agua de rosas, hervir ¼ de litro de agua con un puñado generoso de pétalos de rosa, después de 20 minutos en el fuego, lo dejamos enfriar y filtramos y ya podemos contar con este compuesto tan beneficioso en la cocina.

EL ROSOLIO

Los Persas vendían el julepe (de gul=rosa, y ab=agua), un dulcísimo jarabe que colorado en rojo (con cochinilla), llegó a ser el actual “alquermes”, reforzado con alcohol y añadiendo algunas especias, que fue el licor más famoso de la Corte de los Médicis, el “rosolio”.

ROSSOLIS

Durante la Edad Media, en Francia, tuvo gran éxito el “rossolis” un licor muy dulce y alcohólico obtenido por maceración de pétalos de rosas rojas, flores de naranjo, canela, clavo y alcohol de jazmín. En casi todos los Monasterios se producía un tipo especial de rossolis, con ligeras variantes.

AGUA DE MELISSA

Era el nombre de una destilación que tuvo su momento de mayor éxito en los S XVII y XVIII, cuando se le consideraba como un “curalotodo” de cualquier tipo de enfermedad, hoy día continua su elaboración en una versión con fines medicinales, se trata de un licor de sabor agradable obtenido de la maceración de las flores de melissa, añadiéndole limón, canela y clavo.