Los franceses, maestros en el arte de la
galantería, suelen repetir un gentil proverbio: “la mujer es como una rosa: a
los veinte años se parece a un capullo todavía cerrado que apenas muestra el
color de los pétalos; a los treinta años se asemeja a una rosa que comienza a
abrirse, en el momento más dulce de su hermosura".
Apolo se enamoró de la apariencia de una
mujer, era hermosa para los ojos que la miraban en aquella lejana edad de
dioses amantes de hijas de los hombres, poco podía hacer la doncella contra la
suerte que ya estaba echada sino doblegarse al poder y deseos del dios, pero
éste tuvo a bien concederle a cambio un deseo, ella dijo tomando un puñado de
arena entre sus manos: “quiero vivir tantos años como granos de arena tengo
entre mis manos”
El deseo le fue concedido, pero no
acompañado de la ilusión y entusiasmo de la juventud sino de la decrepitud que
nos trae el tiempo cuando nuestros cuerpos quieren desmoronarse tras muchos
años de ser utilizados, así, olvidó pedir junto a la paralización de la
inexorable muerte la renovación de las esencias vitales juveniles.
Eso fue una tragedia griega, hoy no deja
de ser tragedia el envejecer, para unos más que para otros, pero es difícil
hacerlo dignamente en muchas ocasiones, rodeados de una sociedad de consumo que
oculta los signos de envejecimiento con cirugías que dejan la cara sin
expresión y con una cultura de vampiros que viven jóvenes por siempre jamás.
Sin necesidad de llegar a tomar medidas
extremas hay un viejo libro de recetas que ayudó de forma natural a conservar
los encantos a mujeres de otras épocas y nos pueden ayudar a conservar durante
más tiempo nuestra belleza y frescura, algo que sin duda, no nos viene mal en
la sociedad de la que formamos parte.
LAS RECETAS
CATAPLASMA DE MIEL
Contra las arrugas y el cansancio de la
piel, sobre todo al finalizar el verano, cuando el rostro se encuentra
deshidratado por el sol, e incluso por los baños de mar, es muy bueno realizar,
durante 1 mes por lo menos, 2 veces a la semana, esta sencilla cura.
Extender sobre la cara limpia de maquillaje e impurezas, una capa de miel de
azahar o romero, haciendo ligeros masajes; extenderse sobre la cama durante 20
minutos en la oscuridad, con dos algodones empapados en agua de rosas sobre los
ojos.
Transcurridos 20 minutos, limpiarse bien con agua tibia para eliminar la miel y
pasar por la cara algodón untado con limón.
VINO DE ORÉGANO Y ENELDO
Para obtener un rostro luminoso y alejar
el cansancio.
Cuando volvemos a la ciudad después del
verano, el estrés en el trabajo, favorece un rostro fatigado de piel grisácea y
ojos apagados, ¿cómo arreglar esta situación?, es fácil, basta con tomar una
botella de vino blanco añejo, ni dulce ni demasiado seco, y añadirle 20 gramos de orégano y 20 gramos de simiente de eneldo, bien aplastado en el
mortero. Dejar en infusión durante una semana, removiendo cada día la botella.
Filtrar el vino y beber un vasito cada mañana en ayunas y verás y oirás
prodigios sobre tu bello y sano aspecto.