La Malva y la vanidad femenina
Enigmáticas palabras de Pitágoras, que en contra de lo que parece, no quieren evitar el consumo de malva, sino reservarlo a nuestros semejantes, el conocido Filósofo, dejó escrito que había que sembrar malva, pero no comerla, ya que siendo “un bien tan grande había que reservarla a nuestro prójimo antes que usarla con egoísmo para nuestro provecho particular”.
Un sabio consejo ya que la malva es una planta muy benéfica con aplicaciones terapéuticas y también gastronómicas. (Marquise Pompadour por François Boucher)
Son recomendables las cocciones de malva para aliviar los ojos cansados, y devolverles la luminosidad, y también es muy apropiada para las inflamaciones de encías y garganta, con infusiones que, también, mejoran la tos persistente.
En China, la malva, es preparada de la misma forma que las espinacas y se sirve como acompañamiento de platos de arroz. Las hojas más tiernas, condimentadas con aceite, sal y pimienta, son buenísimas como base de una ensalada.
A todos estos usos hay que añadir uno destinado a la vanidad femenina, ya que puede usarse, con excelentes resultados, como componente cosmético propiciador de belleza.
La Marquesa de Pompadour, célebre por la luminosidad y delicadeza de su piel, admirada por sus contemporáneos, utilizaba una magnífica crema de malvas.
Sin menospreciar las cremas actuales, este secreto de belleza se oculta en un fácil remedio, la crema de malva, es una panacea para evitar las arrugas y volver a dar elasticidad al rostro o evitar que la pierda, la piel aviejada y opaca por el aire cargado de impurezas de las grandes ciudades.
La preparación de la crema no presenta dificultad y puede realizarla tanto quien vive en el campo como quien lo hace en la ciudad.
Es fácil reconocer las plantas de malvas por sus hermosas flores azules, de tonalidad “malva”, y lo bueno de la malva es que crece en abundancia, en los caminos, en los parques, cerca de acequias, en las colinas, en los prados y en los huertos y jardines.
LA RECETA:
Recoger 4 puñados de hojas (de las más viejas que contienen más jugos), se lavan bien, se secan con un trapo y se trituran a fondo. Durante esta operación, el volumen de las hojas se reduce mucho, pero basta que al final queden 3 cucharadas de malva triturada a las que hay que añadir 4 cucharadas de mantequilla fresca de primera calidad.
Colocar todo en una cazuela esmaltada y ponerlo a cocer, preferiblemente a fuego lento hasta que no quede en la mezcla ningún residuo acuoso y se haya espesado un poco.
Quitar del fuego y, todavía caliente, pasar la crema por un colador de gasa o de finísima red metálica. Poner en el frigorífico y, cuando el compuesto se vuelva bastante sólido, darse masajes con él por la cara y el cuello.
La cura, para ser eficaz, debe ser repetida unos 10 días al mes, desde abril a noviembre, durante todo el período en el que puede hallarse la malva.
El preparado debe renovarse mensualmente y permanecer en el frigorífico para conservarse bien.
jueves, 10 de junio de 2010
EL SECRETO DE BELLEZA DE LA MARQUESA POMPADOUR
“Siembra la malva, pero no la comas” (Pitágoras, Filósofo y Matemático griego del siglo VI a. C.)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario