domingo, 13 de junio de 2010

ROSA, ROSAE, ROSAM

“Era un jardín sonriente; era una tranquila fuente de cristal; era a su borde asomada, una rosa inmaculada de un rosal. Era un viejo jardinero que cuidaba con esmero del vergel, y era la rosa un tesoro de más quilates que el oro para él…” (Serafín y Joaquín Álvarez Quintero).
¿Por qué apreciamos un atardecer o el olor de la tierra tras la lluvia, o la imagen y el perfume envolvente de las rosas?
Sensaciones que tal vez sean universales, aunque hay Tribus que aprecian el sabor amargo, o el picante, o los olores y texturas que nuestra civilización más extendida rechaza como malos.
Esas sensaciones del hombre universales como mirar al cielo estrellado y preguntar algo que nadie responde, nos unen como raza, como genes primigenios compartidos dentro de nuestra diversidad y de nuestra ansía de individualidad.
¿Por qué nos gustan las rosas? ¿Por qué nos enamoramos? Hay reacciones químicas que aun no comprendemos y que nos acercan o alejan de nuestro entorno.
¿Hay rosas sin espinas?, aunque en la “vida”, toda rosa tiene espinas, en el mundo botánico estan las“inermes” unas rosas que no tienen espinas.
El amor del Poeta
Cuantos poetas cantan al amor y con el amor a la rosa:
Madrigal de la rosa: “Des fleurs je chante la plu belle, la rose, trésor du prentemps… »
Shakespeare, en Romeo y Julieta: “…la que nosotros llamamos rosa no tendría menos perfume si llevara otro nombre…”. También nos habla de rosas rojas, de las que extraer filtros mágicos de amor. (A la derecha pintura de Romero y Julieta de Frank Dicksee de 1884)
Garcilaso de la Vega, poeta español del siglo XVI: “Para ti la hierba verde y el fresco viento la azucena blanca y la rosa roja en la dulce, deseada primavera”.
Anacreonte: “viva y ardiente como el vino añejo” hablando de una rosa roja.
Horacio: “como una joya afilada por el color de los pétalos de aquella deliciosa corola” recordando una rosa que el dio una muchacha amada.
Francisco de Rojas, la nombra como: “émula de la llama”.
Ariosto: “una rosa bermeja, cuando descubre el paraíso de sus hojas”, parangonándola a la risa de una muchacha enamorada.
Piere de Ronsard, imagina una rosa roja que abre: “su hermoso vestido púrpura al sol”
Spencer, recuerda una rosa roja hasta en su perfume por su intensidad.
Tennyson, que escribio estos versos: “Cuando va madurando, de hora en hora, el verano y en muchas rosas de dulzura alienta…”pidió en su postrer hora una rosa para llenar sus ojos de belleza y su corazón de paz antes de perder la vida. (Foto de Tennyson)
Juan M. Naveros: “Se ha muerto joven la rosa, es el viento enterrador, cinco lirios van de escolta más también un corazón…”
Luis de Góngora y Argote: ”Ayer naciste, y morirás mañana, para tan breve ser, ¿quién te dio vida? ¿Para vivir tan poco estás lucida? y, ¿para no ser nada estás lozana?
Si te engañó su hermosura vana, bien presto la verás desvanecida, porque en tu hermosura está escondida la ocasión de morir muerte temprana”.
Puede hacerse una lista inacabable, con frases de poetas, suspiros de enamorados, versos olvidados, pero, para terminar más brevemente, sólo recordar por último este verso, de Juan Ramón Jiménez: “Todas las rosas son la misma rosa, amor, la única rosa, y todo queda contenido en ella, breve imagen del mundo, ¡amor!, la única rosa”.

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