“Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde, y he aquí que traía una hoja de olivo tomada en su pico; y entendió Noé que las aguas se habían retirado de sobre la tierra” (Génesis 8:11)
La paloma de la paz debería llevar el olivo, y su simbolismo, a todos los lugares donde carecen de ella, mensajera de la vuelta a la normalidad, como en la leyenda bíblica, cuando retorna con una rama de olivo al arca de Noe, comunicando en el lenguaje secreto de las plantas, conocido por Noe: “hay esperanza” y vuelve a comenzar la vida, que había estado suspendida sobre ese mar de dudas sobre la continuidad de la misma, que debió ser la “gran inundación”.
El olivo silvestre estaba consagrado a Apolo y también a la diosa Atenea en Grecia, más tarde en Roma, se consagró al dios Júpiter y a diosa Minerva, se plantaba delante de los templos y de su madera se hacían los cetros de los reyes.
Fue considerado símbolo de la victoria y de la castidad, los recién casados llevaban, en Roma, guirnaldas de olivo, era atributo de los guerreros triunfadores y el premio de los que vencían en los juegos olímpicos.
Muchos poetas de nuestra tierra han candado al olivo, tan abundante en Andalucía, como Antonio Machado, en poemas sobre el olivar -Los olivos: “¡Viejos olivos sedientos - Bajo el claro sol del día - Olivares polvorientos - Del campo de Andalucía! - ¡El campo andaluz, peinado - Por el sol canicular, - De loma en loma rayado - De olivar y de olivar!, o Miguel Hernández en su precioso poema “Aceituneros” :”Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿Quién, quién levantó los olivos?...”
Hoy nuestros olivos continúan desafiando al hielo y al calor, al viento y la sequía, al tiempo y la leyenda, ofreciendo sus preciados frutos y su belleza.
Puede suceder, sobre todo en primavera, que nos asalte una fiebre molesta al caer la tarde, rebelde a la medicación, por intoxicación, mal funcionamiento de algún órgano, afección nerviosa o alergia, en el caso de confiar en la medicina natural, si la dolencia es leve, se puede solucionar el problema con una sencilla cocción de hojas y corteza de olivo, o “zaitum” como lo conocían los árabes.
RECETAS:
Cocción antifiebre del árbol de la paz
Tomar 60 gramos de hojas de olivo, corteza de ramas jóvenes y de olivas amargas: todo ello mezclado a partes iguales; y 1 litro de agua.
Poner todo a hervir durante ½ hora, a fuego lento, dejar enfriar y filtrarlo. Debe tomarse una taza de cocción cada hora, durante 4 o 5 horas y repetir la cura durante 2 o 3 días. A menudo la fiebre desaparece desde el primer día, y en todo caso, la cocción de olivo procura inmediatamente una importante sensación de bienestar.
Aceite de la salud
Hay personas de intestino particularmente delicado o que atraviesan un período especial (gravidez, fase post-operatoria, convalecencia, etc) que se encuentran en la imposibilidad de ingerir un laxante. Pues bien, dado que es indispensable proceder de vez en cuando a la eliminación de las escorias y toxinas que se van acumulando regularmente en el organismo, podrá venir bien una suave lubricación a base de :
-50 gramos de aceite de oliva, el zumo de medio limón y un poquito de sal. Mezclar todo sin batirlo demasiado para no derramar el aceite, tomarlo por la mañana en ayunas o inmediatamente después de una bebida caliente. El sabor de esta mezcla no es de ninguna manera desagradable y, en compensación, tiene una eficacia muy grande, además de que repercute sobre la belleza del cutis.
El aceite de oliva es útil para proteger las paredes del estómago en los casos de úlcera ya que atenúa la acidez de los jugos gástricos.
Para conseguir tal finalidad, basta tomar una cucharadita de aceite inmediatamente antes de cada comida, el velo aceitoso se extiende por el estómago formando una capa protectora que aísla las zonas ulcerosas y evita ulteriores irritaciones.
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